Rasputin: Presentación
Boney M. era un grupo de la leche. Perdonadme por no haber comenzado con una oración en plan culta. Lo sé, lo sé, podría haberle atribuido cualquier otro adjetivo más rocambolesco, pero hay contextos en los que tan siquiera es necesario.
Para aquellos que no lo sepan, se trata de un grupo alemán, creado por el productor Frank Farian, que tuvo su momento de gloria a mitad de los años setenta y durante los ochenta. Entre sus éxitos se encuentran Daddy Cool (1975), Ma Baker (1977), Rivers of Babylon (1978) o la obra de arte en la que nos vamos a centrar: Rasputin (1977).
La canción trata, simplemente, de sacar todos los trapos sucios del famoso Grigori Rasputin y de revivir todo lo que el pueblo ruso había enterrado con el asesinato de este hombre tan místico.
Sin embargo, antes de hacerle la autopsia a la canción, como si del cuerpo de Grigori tratase, deberíamos tener en cuenta qué sucedió cuando Boney M. fue a Rusia durante la gira promocional del disco. ¿Qué ocurrió con aquella canción que nos cuenta la situación de este personaje histórico tan relevante en la historia? Se vetó no solamente en el concierto que dieron en Rusia, sino también en la radio. Se trataba, pues, de una canción «inexistente» para no abrir viejas heridas.
La canción está dividida en tres partes muy claras a las que vamos a designar un nombre que resuma un poco el contenido. La primera parte la denominaremos Presentación, a la segunda Puterío, asuntos de Estado y malas lenguas y a la tercera y última parte Venganza.
PARTE I. PRESENTACIÓN
La canción comienza en inglés con la oración there lived a certain man in Russia long ago, una estructura muy característica en inglés que se suele emplear como sustituto del famoso «once upon a time» (érase una vez) y que equivale en español a nuestro «había una vez». Con esta oración en el comienzo de la canción deberíamos detenernos un momento y preguntarnos si lo que se va a relatar, o en este caso cantar, es una mera ficción o una realidad disfrazada de notas musicales y un buen ritmo.
En el segundo verso se describe el físico y el temperamento de nuestro místico Rasputin, «grande, fuerte y con unos ojos que brillaban» y prosigue la canción «la mayoría de la gente lo miraba con terror y miedo»; pero lo anteriormente afirmado por Boney M. se podría cuestionar. ¿Terror y miedo? Creo que al final se reduce todo al odio; ¿por qué? La respuesta es sencilla: el pueblo ruso conocía el trato que tenía el santón con la familia imperial. Una vez la zarina Alejandra (Alix) llegó a afirmar que «lo odian [a Rasputin] porque lo amamos».
El pueblo estaba totalmente asqueado por todo el contexto histórico que se estaba viviendo en Rusia, pues la vida que ellos llevaban era una completa miseria, mientras que la familia imperial, en su mundo autócrata, gozaba de tres siglos de esplendor y buena vida. Es por este exceso de poder que, cualquiera que tuviese una amistad con la familia Románov, tendría también una enemistad con aquella gente famélica y moribunda que luchaba por una vida con mejores condiciones.
«Pero para las chicas de Moscú, era un gran amante», prosigue la letra. Este tema del místico amante tiene mucho para desgranar, aunque nos dedicaremos a hablar de este asunto tan turbio en la segunda parte de la canción. Sin embargo, creo que es necesario matizar esta oración: el santón, antes de conocer a los Románov, anduvo un tiempo perdido en la vida, por lo que decidió dejar a su mujer e hijos e irse de retiro espiritual. Este consistía en meterse a una secta en la que se dedicaba a hacer orgías mientras buscaba el camino de Dios.
Una vez desmitificada la figura del santón, es normal cuestionarse cómo un hombre aficionado a las mujeres, a las orgías y a la bebida, que no era capaz de leer ni escribir, pero que sí era capaz de citar las Sagradas Escrituras de memoria y que, además, decía tener poderes místicos y la capacidad de curar a las personas conoció a los últimos zares de todas las Rusias.
Este hecho sucedió el 1 de noviembre de 1905. Los zares quedaron para tomar el té con las princesas de Montenegro: Stana y Militsa. A estas montenegrinas de la realeza les fascinaba el mundo más oculto de la religión ortodoxa oriental y no dudaron en llevar a la hora del té a su nuevo amigo Rasputin. El zar anotaría más tarde en su diario: «1 de noviembre. Martes. Un día frío y ventoso… Estuve muy ocupado toda la mañana. Desayunamos: el conde Orlov y Resin. Di un paseo. A las 4 fuimos a Serguievka… Conocimos a un hombre de Dios, Grigori, de la provincia de Tobolsk…».
Fue, no obstante, el 12 de octubre de 1906 cuando Rasputin llegó al Palacio de Alejandro. Se dedicó a hablar con Nicolás II (o, quizás, a manipularlo) y conoció a las grandes duquesas y al zarévich, es decir, el legítimo heredero al trono. Más que poderes, ese hombre sabía qué decir y cómo decirlo en el momento indicado –y precisamente supo qué tema abordar para ganarse la confianza de Nicky y Alix: la enfermedad del heredero al trono y su poder para curarle–. El santón conseguiría en poco tiempo un trato con los zares que absolutamente nadie tenía el privilegio de tener. De hecho, eran Nicolás y Alejandra los que se sentían afortunados de estar en compañía de este señor, hasta el punto de que el místico se dirigía hacia ellos llamándolos «Bátushka» y «Mátushka» (papi y mami, respectivamente).
La segunda estrofa versa sobre la forma de que tenía Rasputin de predicar la Biblia. Quizá es un poco como el teatro, ¿no? Cuando uno se prepara bien un papel, la gente cree todas y cada una de las palabras que se recitan. El espectador se olvida de dónde está y de que lo que está viendo no es más que una mera actuación. Rasputin era el actor principal de su propia tragicomedia; la corte imperial rusa eran los espectadores.
But he also was the kind of teacher women would desire. ¿Qué podía enseñar un analfabeto listo a una mujer que pertenecía a un estrato social superior? A no pensar en el protocolo, a no tener que soportar a sus maridos sin necesidad alguna, a desinhibirse, pero ¿de qué manera?
Después de soltar esta maravillosa afirmación con un mensaje totalmente claro entre líneas, Boney M., en su estribillo tan pegadizo, entona lo que todo el mundo estaba esperando oír «Ra, Ra, Rasputin, lover of the Russian Queen». Afirmar un mito que murió a pistoletazos no deja de ser algo que, personalmente, me fascina. Y más me fascina la gente que convierte el «si no lo veo, no lo creo» en un «me lo han dicho, entonces me lo tendré que creer».
¿Rasputín fue una máquina sexual?, ¿qué pasó entre él y Alejandra?, ¿es un antagonista, tal y como nos han hecho creer hasta ahora?, ¿cuál fue su papel en esta tragedia en tres actos? Todas estas preguntas tendrán una respuesta documentada no en una canción de un grupo con éxito a nivel mundial, sino en libros y bibliografía, en fuentes fiables, documentos varios y, al final, esta serie de artículos será una compilación de lo que yo juzgo como verídico o con al menos un buen grado de fiabilidad. A pesar de que la verdad muriese en el río Nevá y en la casa Ipátiev.
(Parte I. Presentación)
There lived a certain man in Russia long ago
He was big and strong, in his eyes a flaming glow
Most people looked at him with terror and with fear
But to Moscow chicks he was such a lovely dear
He could preach the Bible like a preacher
Full of ecstasy and fire
But he also was the kind of teacher
Women would desire
Ra Ra Rasputin
Lover of the Russian Queen
There was a cat that really was gone
Ra Ra Rasputin
Russia’s greatest love machine
It was a shame how he carried on
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