La obra fue escrita, aunque no se sabe con precisión, entre los años 1610 y 1615, y para contar la historia de Fuente Ovejuna, Lope ya recurrió a las crónicas de su tiempo para averiguar qué ocurrió en este pueblo de Córdoba que linda con Ciudad Real. Grosso modo la historia nos cuenta cómo un pueblo se subleva contra la tiranía de su comendador y acaba matándolo.
En sí, el argumento es hasta revolucionario por el mero hecho de desobedecer a un señor, incluso, ha habido interpretaciones marxistas de la obra. Pero ojo, que la cuestión tiene trampa. No es como aquéllos versos de Bertolt Brecht instando a no tener ningún señor, no. Es que Fuente Ovejuna mata a un señor, para someterse a otro (otros en este caso).
Contextualizando históricamente, Fuente Ovejuna pertenece a un comendador partidario de Alfonso V de Portugal y Juana la Beltraneja, y el pueblo se rebela para pertenecer a los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón directamente. Los Reyes Católicos son representados como justos y señoriales, cuestión que podemos entender como un guiño a sus descendientes como los son Felipe III y Felipe IV, ambos reyes de la época de Lope.
Lo que más me ha llamado la atención es que el pueblo como tal (el conjunto) tratado casi como un único personaje, por el mero hecho de eso, de que todos van a una tras el discurso de una de sus protas, Laurencia. El comendador, Fernando Fernán Gómez, actúa con violencia, deslealmente, no respeta los códigos de honor entre estamentos, incluso intenta abusar de una muchacha del pueblo creyendo que puede disponer de ella cuando quiere, y, claro, esa muchacha es pretendida por un vecino y es cuando se arma el lío. Me recuerda especialmente a los hijos de la piedra de Miguel Hernández.
Este hecho, el sublevarse contra un señor para ponerse bajo el mandato de otro me lleva a otro hecho que se ha puesto muy de moda, especialmente tras el cómic y la peli V de Vendetta. Brevemente, Guy Fawkes, mercenario inglés que luchaba para la Monarquía Hispánica, intenta volar por los aires Westminster bajo el reinado de Jacobo I Estuardo, para así derrocarle y poner un rey católico. Para este complot, ayudaron jesuitas y algunos mercenarios que lucharon por la cristiandad y el dinero de la Monarquía Hispánica.
A lo que voy es que tampoco es tan revolucionario derrocar a un señor para subyugarte a otro. Pero lo que realmente me llama la atención es, como vengo siempre defendiendo, que el escritor es imposible que se desprenda de su contexto y es aquí donde entran Maquiavelo y el Padre Juan de Mariana. Ambos escritores se enmarcan en la filosofía renacentista y barroca, que es el periodo en el que Lope vive y escribe. Mariana, de hecho, es español, y los escritos de Maquiavelo recorrieron Europa (su libro El príncipe fue publicado en 1532) y Lope especialmente no era un hombre inculto, entonces la asociación, a mi juicio, parece clara.
El primero defiende la violencia necesaria para un fin común y noble, pero es que Fernando Fernán Gómez en la obra lo usa para su satisfacción personal y para atormentar al pueblo. Por el contrario, Juan de Mariana defiende el tiranicidio, siempre y cuando las virtudes del señor sean escasas y no estén en la línea de un buen católico. En este caso el tiranicidio estaría justificado.
Por lo que creo, la obra de Lope es casi un tratado histórico-filosófico porque parte de un hecho real al que Lope tuvo acceso con una crónica, y porque pone en valor parte de la filosofía del momento. De hecho, pienso que político, también, porque la figura del Comendador aparece representada como autónoma, sin tener que rendir cuentas a nadie y donde la ley y la justicia están en sus manos, y, sin embargo, la Monarquía de los Reyes Católicos contra lo que luchó fue contra eso, la descentralización y el poder polarizado en torno los nobles y otros cargos.
Para finalizar, me gustaría decir que no porque no sea revolucionaria en su totalidad es una de las grandes obras teatrales de nuestra literatura.
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