Tinder y yo, de Iván Klem

TINDER Y YO

Artículo 4. Del “match” al papel: cómo un viaje emocional se volvió libro

No todos los libros nacen de una idea planificada. Algunos nacen del caos. De las experiencias acumuladas. De una necesidad interior de ordenar lo vivido. Así fue el origen de Tinder y yo, el segundo libro del fotógrafo y autor Iván Klem, que tras tres años de inmersión en el mundo de las apps de citas, decidió convertir su experiencia en un relato sincero y personal.

Lo que empezó como una serie de anotaciones, reflexiones sueltas y memorias a medio camino entre lo íntimo y lo absurdo, acabó siendo una obra con voz propia. En ella, Klem no solo narra encuentros, anécdotas y emociones. También escribe sobre sí mismo, sobre el proceso de observar, de entender, de aceptar. Y, finalmente, de compartir.

El paso del “match” al papel no fue automático. Requirió tiempo, distancia y cierta madurez emocional. El autor lo cuenta como parte del proceso: al principio, la experiencia era demasiado fresca como para poder escribirla. Pero con los meses —y los silencios— llegó la claridad. Y con ella, el impulso creativo de convertir lo vivido en testimonio.

El resultado es un libro que no solo documenta una etapa, sino que la resignifica. Porque al narrar, Klem transforma. Y eso es lo que hace que su obra trascienda el caso personal para tocar algo universal.

Desde el punto de vista creativo, Tinder y yo es también un ejemplo de cómo la literatura puede surgir de los márgenes. De lo inesperado. De espacios que a menudo no se consideran “nobles”, como una app de citas. Pero es precisamente ahí donde la vida sucede. Y donde, a veces, se encuentra una historia que merece ser contada.

Klem supo reconocer ese valor. No solo el de su experiencia, sino el de todo lo que esa experiencia representaba a nivel emocional, social y generacional. Al poner palabras a sus encuentros, el autor no se limita a recordar: construye un mapa de sensaciones, incertidumbres y momentos reveladores que muchos lectores reconocen como propios, aunque jamás hayan usado Tinder.

Y en ese sentido, el proceso de escritura se vuelve una extensión del proceso emocional. Porque escribir, como amar, también es un acto de exposición. También exige mostrar lo que normalmente escondemos, dar nombre a lo que apenas intuimos. Klem se atreve a hacerlo. Y en ese gesto, su texto deja de ser privado para volverse colectivo.

Quizás por eso Tinder y yo conecta con tanta gente. Porque no hay artificio. No hay personaje. Hay persona. Con sus dudas, sus contradicciones, su humor y su vulnerabilidad. En un mundo donde todo tiende a la construcción de máscaras, este libro apuesta por lo contrario: por la honestidad, por la palabra directa, por la emoción sin disfraz.

Klem la escribió. Y lo hizo con una voz propia, honesta y sin maquillaje. Por eso conecta. Porque detrás del relato de un hombre en busca del “match perfecto”, hay un autor que encontró algo aún más valioso: la posibilidad de narrarse, de entenderse y, quizás, de encontrarse a sí mismo en el acto de escribir.

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