DE PLATÓN A TOLKIEN: UN ANILLO PARA DESCONTROLARLOS A TODOS

«Todo comenzó con la forja de los grandes anillos. Tres fueron entregados a los elfos inmortales, los más sabios y bellos de todos los seres. Siete a los señores enanos, grandes mineros y artesanos de las cavidades montañosas. Y nueve… nueve fueron entregados a la raza de los hombres… que ansían por encima de todo el poder. En aquellos anillos residía el poder y la voluntad para gobernar a cada raza. Pero todos ellos fueron engañados… pues otro anillo más fue forjado… en la tierra de Mordor, en los fuegos del monte del destino, el señor oscuro Sauron forjó en secreto el anillo regente para controlar a todos los demás. En ese anillo descargó toda su crueldad, su malicia y su voluntad de dominar todo tipo de vida… un anillo para gobernarlos a todos».
Así comenzaba la primera película de El Señor de los Anillos, estrenada ahora hace ya casi dos décadas, explicándote, por si no te había quedado claro ya en el título, que la cosa iba de anillos y del poder que estos albergaban, concretamente, uno de ellos. Pero seguramente sobren presentaciones, puesto que el tiempo y los merecidos elogios a la cinta de Peter Jackson han hecho de la trilogía todo un emblema del cine, del que pocos serán ajenos. Los más fanáticos, incluso, pensarán que pocas son las sorpresas que se pueden arrojar sobre el asunto que no hayan sido desveladas ya y, probablemente, no se equivoquen. No obstante, en el presente artículo vamos a hablar de una posible influencia sobre la obra de Tolkien que, aunque en ningún lugar queda reflejada como cierta, tiene analogías que son cuanto menos interesantes.
Para ello hemos de remontarnos a la antigüedad clásica, más concretamente al archiconocido filósofo Platón y a su República. En el libro segundo, estando la narración de los personajes enzarzada en una senda discusión sobre el concepto de justicia y sus implicaciones, Platón nos presenta en boca de Glaucón el mito de Giges, que comienza así:
«Giges era un pastor que servía al entonces rey de Lidia. Un día sobrevino una gran tormenta y un terremoto que rasgó la tierra y produjo un abismo en el lugar en el que Giges llevaba el ganado a pastorear. Asombrado al ver esto; descendió al abismo y halló, entre otras maravillas que narran los mitos, un caballo de bronce, hueco y con ventanillas, a través de las cuales divisó adentro un cadáver de tamaño más grande que el de un hombre, según parecía, y que no tenía nada excepto un anillo de oro en la mano. Giges le quitó el anillo y salió del abismo».
Apenas acaba de comenzar y ya podemos aventurar ciertas similitudes, aunque meramente sean el lugar de origen del anillo (recordemos que el anillo único es forjado también en una gruta), así como el portador originario, ya que Sauron es representado como un ser superior en varios aspectos y entre ellos el tamaño (sin entrar en la mitología de Tolkien). Así pues, ya tenemos un anillo misterioso que sale de un lugar recóndito y que llega a un simple mortal al arrebatárselo a un ser superior. Pero acabamos de comenzar, veamos como sigue:
«Ahora bien, los pastores hacían su reunión habitual para dar al rey el informe mensual concerniente a la hacienda, cuando llegó Giges llevando el anillo. Tras sentarse entre los demás, casualmente volvió el engaste del anillo hacia el interior de su mano. Al suceder esto se tornó invisible para los que estaban sentados allí, quienes se pusieron a hablar de él como si se hubiera ido. Giges se asombró y, luego, examinando el anillo, dio vuelta el engaste hacia afuera y tornó a hacerse visible. Al advertirlo, experimentó con el anillo para ver si tenía tal propiedad y comprobó que así era: cuando giraba el engaste hacia adentro, su dueño se hacía invisible y, cuando lo giraba hacia a fuera, se hacía visible».
La cosa parece volverse más interesante, el anillo de Giges al parecer tiene la misma cualidad que el anillo único, pues vuelve invisible a su portador. Sigamos:
«En cuanto se hubo cerciorado de ello, maquinó el modo de formar parte de los que fueron a la residencia del rey como informantes y, una vez allí, sedujo a la reina y, con ayuda de ella, mató al rey y se apoderó del gobierno. Por consiguiente, si existiesen dos anillos de esa índole y se otorgara uno a un hombre justo y otro a uno injusto, según la opinión común no habría nadie tan íntegro que perseverara firmemente en la justicia y soportara el abstenerse de los bienes ajenos, sin tocarlos, cuando podría tanto apoderarse impunemente de lo que quisiera del mercado, como al entrar en las casas, acostarse con la mujer que prefiriera y tanto matar a unos como librar de las cadenas a otros, según su voluntad, y hacer todo como si fuera igual a un Dios entre los hombres».
Y aquí es donde reside lo más interesante. Platón nos está mostrando a través de este mito el componente moral de la humanidad. Giges es la representación del totalitarismo absoluto sin poder, que, al concedérselo (el anillo), adopta una vida perversa en pos de satisfacer sus necesidades, convirtiéndose en un mero animal, obligado por tanto a no quitarse nunca el anillo o bien a vivir fuera de sociedad, pues si se lo quitase sería rechazado por esta al descubrir que él estaba tras todos los males. A este respecto hay cierta similitud con Gollum, al que el anillo le lleva a cometer asesinato y por tanto a ser rechazado por los suyos y obligado a vivir fuera de la sociedad, convirtiéndose en una animal avaro, codicioso, embelesado por el poder de la inmortalidad, por el poder de persuasión del anillo.
Es también de interés la reflexión acerca de que tanto los justos como los injustos, si recibiesen el anillo y por tanto el poder de satisfacer sus más internas pasiones sin repercusión alguna, no serían tan íntegros como para resistirse a realizarlas. Esto queda de sobra reflejado en la obra de Tolkien (y adaptación de Peter Jackson) cuando numerosos personajes alineados como justos y benévolos (Gandalf, Galadriel, Elrond…) no solo rechazan el anillo, sino que lo desean lejos de su poder, a sabiendas de que no se resistirían a su corrupción. Si bien otros personajes lo desearán con todo su ser, en un principio y supuestamente para hacer el bien (como es el caso de Boromir), siendo en realidad una ambición de poder, de tener todo aquello que siempre han soñado y saben que no pueden tener de otra forma.
Nadie se resiste al poder del anillo, que no implica otra cosa que convertirse en un Dios entre los hombres, y los hombres, por naturaleza, son codiciosos, envidiosos y avaros si son puestos a prueba (según el texto platónico). Si nos fijamos, Sauron representa la personificación perfecta del máximo rendimiento del anillo, en cuanto a su naturaleza deleznable se refiere. El texto concluye afirmando que Giges es una anomalía ya que no está sujeto a norma alguna, y es por esto que debe ser obligado a vivir fuera de la sociedad, pues supone una amenaza para el Estado. De manera análoga, en la Tierra Media, los pueblos subyugados por este abuso de poder (que vendría a ser el Estado de Platón), deciden de manera tajante que Sauron debe ser detenido y expulsado para siempre, pues de otra manera supondría la destrucción de su modo de vida (la caída del Estado).
Desde su creación, el mito de Giges ha influido a lo largo de las épocas en multitud de escritos posteriores, dando pie a nuevos mitos y relatos que nos han llegado hasta hoy. ¿Se inspiró Tolkien en este mito para crear algunos detalles de su historia? Es algo que no podemos saber y que realmente tampoco tiene mayor interés, los textos están ahí y cuanto menos ponen de manifiesto cierta afinidad semántica que, fortuita o no, no nos impide disfrutar de un análisis que nos puede aportar más puntos de vista sobre una historia fascinante.
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